lunes, 17 de noviembre de 2014

Acordes+cine: Joe Hisaishi meets Kitano films


He aquí los sueños de un loco: dos adolescentes sordomudos caminando por la bahía con una tabla de surf. Él sueña con coger las olas como cualquier otro chico, aunque el día de la competición ni siquiera pueda oír cuando le llaman. Los que si oyen y gritan son una panda de mafiosos que, ataviados con estrambóticas camisas hawaianas, juegan como los niños que fueron, antes de que se vieran abocados a la rutina sangrienta de cada día. Cada vez que disparan su arma, una mancha roja inunda el lienzo, mientras que el pintor trata de dar belleza con su pincel a tal crueldad carmesí. Cada vez que observa su obra terminada siente una profunda tristeza. Le gustaría poder volar de su silla de ruedas e introducirse en uno de sus cuadros. Quizá así podría volver a ser niño y salir a buscar a su madre. Y tal vez, sólo tal vez, podría llevarse a un payaso consigo, uno que sepa cómo jugar…
Mientras el sueño se desvanece, un tranquilizador piano le inspira el toque que le faltaba: Ya está preparado para inventar su próxima película.

Este sueño bien podía ser un collage de un pintor enajenado, o hasta un estado REM de un cineasta con el ‘culo inquieto’. Pero en realidad se trata de una serie de estampas de diferentes películas, llevadas a puerto por el talento de dos de los más grandes del cine japonés de los últimos veinticinco años.

Uno es Takeshi Kitano, humorista, actor, director y guionista (y hasta pintor). Un tipo que empezó haciendo un dúo cómico y que poco después perpetraría uno de los más surrealistas concursos de la televisión: “Takeshi’s Castle” (Humor amarillo), un programa donde los pobres concursantes se las veían canutas para avanzar en una gigantesca yincana (¿Quién no recuerda “el laberinto del chinotauro”?). Pues bien, Takeshi compaginó esta faceta con la de actor en películas de corte más serio (“Merry Christmas, Mr.Lawrence”), hasta que, de casualidad, le llegó la posibilidad de dirigir su primera película. A partir de ahí su fama entre los amantes del cine de autor iría creciendo hasta ser considerado, a día de hoy, uno de los directores japoneses más conocido en toda la historia del país nipón.

El otro ‘soñador’ es Joe Hisaishi. Con una extensa obra que abarca más de cien bandas sonoras, es especialmente conocido por su trabajo con dos directores. Uno es Takeshi Kitano, cuya colaboración es la que analizamos en este artículo. El otro es Hayao Miyazaki, el genio de la animación (acaba de recibir un óscar honorífico), que nos ha brindado joyas como “El viaje de Chihiro”, “La princesa Mononoke”, “Porco Rosso” o “Mi vecino Totoro”. La banda sonora de estas películas está compuesta por Joe, así como prácticamente todas las de Miyazaki (y muchas de su estudio Ghibli). Mientras que en estas películas animadas, abundan los cortes más vitalistas y coloridos, en las cintas de Kitano, Hisaishi opta generalmente por una combinación entre esa vitalidad y un tono algo más oscuro.

Con esta entrada no planeo hacer ningún análisis sesudo de las películas de Takeshi Kitano, así como tampoco pienso meterme a fondo en la composición de Hisaishi. Simplemente quiero que conozcáis alguna de las piezas que componen este recopilatorio en el que se recogen algunas de las mejores obras que el músico escribió para las películas de Kitano, haciendo de este binomio director-compositor, una de los más interesantes colaboraciones del cine nipón. Yo tengo especial debilidad por los dos personajes, y creo que tras su separación (debido a desavenencias en la película "Dolls” (2002), las películas de Kitano se han resentido enormemente, incluso la muy entretenida “Zatoichi” (2003), la cual siendo un buen film, creo podría haber sido mucho mejor con Hisaishi en el barco.

Sin más preámbulo os dejo con las películas en las que ambos colaboraron. Bajo el título os pongo el tráiler de la película (siento que no tengan mucha calidad ni estén en castellano), y tras el breve análisis de la cinta y su música, os coloco algún video dónde podréis escuchar alguna de las magníficas piezas que compone Hisaishi para la película en cuestión. Si estáis estudiando o leyendo, o, simplemente, tomando un café, os animo a que deis al ‘play’ en cualquiera de las canciones y os relajéis. Estoy seguro que os gustará la experiencia.

Y es que, el cine sin música, no es lo mismo.

A scene at the sea (Ano natsu, ichiban shikuzana umi,1991):


La primera colaboración de Hisaishi con Kitano se produce en el año 91. El director ya se había quitado el sambenito de ser el creador del "Takeshi's Castle" dirigiendo dos películas: la notable y vigorosa "Violent Cop" (1988) y la bizarra "Boiling Point" (1990), ambas protagonizadas por el mismo. Claro que, ahora, se le colgaba el cartel de director de películas violentas. Por eso resultó sorprendente que su tercera película tratase la historia de dos adolescentes sordomudos y su silenciosa historia. Kitano se quedaría esta vez únicamente detrás de la cámara, dando el peso de la cinta a dos jóvenes actores, prácticamente debutantes (para Hiroko Oshima fue su primera y única película). Estamos ante una cinta de planos largos y sin apenas ningún diálogo. De ahí a que la música de Hisaishi  cobre una importancia capital. Incluso me atrevería a decir que, de todas las películas de Kitano, es ésta donde la música juega un papel más esencial. Gracias a ella podemos entender los sentimientos de los protagonistas,  Shigheru que está obsesionado con aprender surf, y Takako, su novia. Ella no ve con tan buenos ojos la nueva pasión de Shigheru, pero tratará de apoyarle en la medida de lo posible. Como veis, la historia no puede ser más simple. Con momentos de tremendo lirismo e imágenes que parecen cuadros, "A scene at the sea" es el germen de lo que luego sería el estilo inconfundible de Kitano. Eso sí, no es una película para todos los gustos. Tampoco es la mejor de su director, ni tampoco Hisaishi, pese a componer una excelente partitura, está ante uno de sus mejores trabajos. Y hay que reconocer que, en sus 100 minutos pasan muy pocas cosas y a un ritmo muy pausado. Pero la película tiene algo que hace que se te queden grabadas varias imágenes durante mucho tiempo. Si te gusta recrearte en los silencios como a mí, seguro la disfrutaras.

La música que os dejo abajo corresponde a los tres cortes más conocidos. Hisaishi opta en esta película por un ritmo muy pausado y melancólico con protagonismo del piano y otros instrumentos de cuerda. Se permite, eso sí, alguna pieza más experimental, como el genial corte "Bus Stop" e incluso un tema que bien podría pasar por una balada de pop japonés ("Silent love").

            Bus Stop                                         Cliffside Waltz III                                   Silent Love


Sonatine (Sonatine, 1993)


Con su siguiente película, Kitano volvió al que se considera su género fetiche, el de los yakuza. Por si alguien nunca ha escuchado esta palabra, la ‘Yakuza' es un término que hace referencia al crimen organizado, al mundo de los gánsteres. En este film, ya vemos muchas de sus obsesiones (la introspección, la soledad, la eterna búsqueda de la niñez). Sus ya famosas escenas de violencia, casi extrema, se tratan con aparente frialdad. Esta falta de recreación en ella, contrasta de sobremanera con otras escenas en la que la ternura aflora de los lugares más inesperados. Concretamente, en esta película, un grupo de los citados yakuza se verán obligados a esconderse en una casa de playa, dónde podrán descubrir, mediante juegos a cada cual más surrealista, que hay un mundo más allá de la brutal rutina a la que están habituados.

Para muchos es la mejor película de Kitano. Para mí, está un peldaño por debajo de sus dos grandes obras (Hana-Bi y Kikujiro), aunque reconozco que resulta sorprendente como la mezcla de la violencia con episodios de humor al más puro estilo 'Humor amarillo' funciona de maravilla. Y con ese momento de calma, Kitano nos demuestra que, hasta los más terribles asesinos, han sido niños alguna vez y que siempre querrán volver a serlo.
Cabe destacar que Takeshi asume el rol protagonista (bajo el alias 'Beat Takeshi') con una interpretación que recuerda mucho al primer Clint Eastwood.

En esta segunda colaboración entre Kitano y Hisaishi, el compositor juega, como la película, a dos bandas. En los momentos en que nos encontramos en tensión, opta por unas piezas que acentúen el suspense, como en la memorable, "Act of Violence" que aparece en este disco. Por otro lado, cuando el filme se relaja, Hisaishi nos divierte con cortes tan curiosos como "Play on the Sands".


       Act of Violence                                                          Play on the sands


Kids Return (Kidzu Ritan, 1996)


Kitano tuvo un grave accidente de moto en el 94 que casi le costó la vida. Cómo secuela le quedó media cara paralizada y su famoso tic en el ojo (que luego utilizaría para acrecentar, más si cabe, el hieratismo de sus personajes). Según el mismo cuenta, al despertar, empezó a reflexionar sobre qué tipo de artista quería ser y qué tipo de películas iba a hacer. Su primer impulso fue volver a un guión más intimista, tal y como lo fue "A scene at the sea". De ahí sale ésta "Kids Return", la historia de dos amigos, Shinji y Masaru, a los que la vida les lleva por caminos bien distintos. Tras abandonar la escuela, el primero comienza a practicar boxeo y el segundo comienza a trabajar para la yakuza local. Ninguno de sus caminos estará libre de problemas y sinsabores.

Estamos ante una película que podría encontrarse dentro del género de lo que en Japón llaman "slice of life", que significa algo así como un pedazo de vida. Por ello, la historia, es una pequeña crónica de la vida de los dos chicos y sus diferentes experiencias. Evidentemente, el tema central del film es la amistad entre Masaru y Shinji, vista, eso sí, siempre desde la perspectiva fría tan propia del cine japonés, en la que el sentimiento no se habla con palabras, sino que subyace en el contexto.
Se trata de una película imperfecta, con un ritmo bastante irregular y en el que echamos de menos al Kitano actor, que volvió a quedarse tras las cámaras como ocurriese en "A scene...". Aún así, encontramos cosas interesantes como la exploración de la amistad juvenil como bote salvavidas de la mala vida, o el tratamiento de la adolescencia totalmente alejada de tópicos. Y, claro está, la música de Joe Hisaishi.

Con motivo de esta película, Hisaishi se toma el lujo de componer una joya que titula como la misma cinta, "Kids Return". Se trata de una pieza compleja, con coros infantiles, sintetizadores y guitarras, que transmite una sensación de celeridad y euforia muy especiales. Es una de las composiciones más 'diferentes' de Hisaishi y, sin duda una de mis favoritas.


         Kids Return                                                                  High Spirits

Flores de fuego (Hana-Bi, 1997)


 Y llegó "Hana-Bi". La película que se alzo con autoridad en el festival de Venecia y puso a Kitano en el mapa. Un ejercicio sublime de cine que mezcla de la mejor manera las dos grandes vertientes de su cine: la brutalidad y la ternura. Los 'Hana-Bi' o flores de fuego, hacer referencia a los fuegos artificiales, pues es así como se los denomina en Japón. Las mismas flores de fuego que el policía Nishi (Kitano en su interpretación más 'Clint Eastwood') observa junto a su esposa en su último viaje juntos antes de que la enfermedad se la lleve o que la yakuza les encuentre. Las mismas flores que su compañero, Horibe, pinta incansable mientras trata de aceptar que nunca volverá a caminar.

Aunque "Hana-Bi" podría considerarse una road-movie con tintes policíacos, es en los momentos en los que la narración se detiene cuando Takeshi Kitano saca verdaderamente petróleo. En el viaje de Nishi y su esposa, vamos viendo como el implacable policía es capaz de hacer cualquier tontería para hacerla sonreír. Son esos toques de humor marciano lo que le dan una transcendencia especial a la película, y de nuevo comprobamos como los personajes de su cine, por muy duros que sean, siempre tienen un niño dentro. Esto contrasta también con el personaje del otro policía, Horibe, cuyo viaje parece opuesto: su camino hacia la aceptación conlleva la resignación, y sólo ante el lienzo siente que puede expresar.

Cabe destacar también que las pinturas que realiza el inspector Horibe, están dibujadas por el mismo Kitano, que se dedico a pintar cuando se recuperaba del accidente de motocicleta que casi le cuesta la vida. Éstas, se centran sobre todo en las flores, pero no os imaginéis bodegones ni nada por el estilo. Encontramos girasoles como cabezas de león, tulipanes que se convierten en pingüinos y, como no, los citados fuegos artificiales o flores de fuego.

Como no podía ser de otra manera, las cautivadoras imágenes de la película son acompañadas por otra banda sonora de lujo por parte de Hisaishi. La que es posiblemente su obra más completa (prácticamente todos los cortes son excelentes), está cargada de una sensación de tristeza, dónde abundan las cuerdas. Además Hisaishi introduce instrumentos de viento en algunos de los cortes, con lo que da a la partitura un toque muy particular. Yo creo que se trata de una composición muy adecuada para la película, con sobriedad pero con algún punto inesperado de originalidad. Os dejo abajo para que juzguéis por vosotros mismos. Y, si queréis empezar con una peli de Kitano, que sea ésta (o la siguiente).


    







El verano de Kikujiro (Kikujiro no natsu, 1999)


Takeshi había conquistado fronteras con "Hana-Bi". Empezaron a editarse publicaciones y a distribuir películas suyas que antes no lo habían hecho. No eran pocos a los que fascinaba como un tipo podía hacer una película de gánsteres y que ésta fuera considerada cine de autor. El director japonés se había convertido en una estrella. Lo querían los críticos y los fans más 'Tarantinianos'. Pero, en vez de seguir por el camino yakuza, el director decidió dar un giro de 180º y contarnos una historia totalmente diferente. La de Masao, un niño de unos siete años que tiene que quedarse en casa durante el verano mientras todos sus amigos se han ido de vacaciones. El pequeño, que vive con su abuela, se aburre literalmente como una ostra, así que decide ir a buscar a su madre, la cual se marchó hace años a otra ciudad a buscar trabajo (esto parece Marco...). Una vecina, obligará a su marido a acompañarle en el viaje. Y, cómo os habéis imaginado, ese tipo no es otro que Takeshi Kitano, quien interpreta a un antiguo miembro de la yakuza (como no), aficionado a las apuestas, la bebida y, en definitiva, completamente pasado de rosca. Y con este personaje, el director se permite volver a ser el payaso con el que se hizo famosos en sus inicios en la televisión. Con una fuerte influencia de "El chico'"(Kitano hace una perfecta interpretación Chaplinesca), "El verano de Kikujiro", nos invita a descubrir la odisea en la que se ven envueltos estos dos individuos, la cual en un principio es desastrosa, pero que, poco a poco, se convertirá en una divertidísima aventura. Y es que en el fondo se trata de dos abandonados, cada uno a su manera, que descubrirán que la compañía mutua puede ofrecerle mucho más de lo que parecía al inicio.
Quizá lo que hace que Kikujiro no caiga en sentimentalismos facilones, sea el humor tan característico que tiene Takeshi Kitano, que aquí está elevado a su máxima potencia. De hecho, los que hayáis crecido con humor amarillo, a ratos, os parecerá que estáis viendo uno de los capítulos de este espacio (os recuerdo que Takeshi es el creador de ese programa). Por ello, la película acaba por convertirse en una hilarante yincana, en la que cada prueba/juego es más divertido que el anterior, y en el que el pequeño Masao irá estrechando los lazos con su acompañante. No en vano, sólo es un niño que quiere jugar.



Para esta película, Hisaishi cambió de tercio completamente, al menos en lo que a sus colaboraciones con Takeshi se refiere. Y es que la banda sonora de Kikujiro resulta mucho más parecida a las obras que el compositor escribe para las cintas animadas de Miyazaki que a lo que hasta ahora había realizado para Kitano. Se trata de una banda sonora alegre, llena de color, donde los violines dan una sensación de jovialidad, como si de repente hubiésemos saltado a un cuento. Ciertamente hay mucho de eso en la película. Para muchos es la mejor banda sonora de Hisaishi para una película de Kitano. Yo no iría tan lejos, pero, cómo poco, es la más bonita y fácil de escuchar. Disfrutadla con los ojos del niño Masao.


              Summer                                                                      The rain

Brother (Brother, 2000)


Tras Hana-bi y Kikujiro, Kitano era toda una estrella. Y en Estados Unidos, su cine ‘yakuza’ tenía bastantes adeptos. Así que se fue a hacer las Américas con su nueva película.
"Brother" nos cuenta la historia de Yamamoto (el mismo Takeshi Kitano), un yakuza que tiene que salir huyendo de Japón tras sufrir su banda una masacre en una guerra entre clanes. Aterrizado en Los Ángeles, se pone en contacto con su hermanastro pequeño, el cual tiene una pandilla de delincuentes de medio pelo.  En poco tiempo se convertirá en el líder de la banda, haciéndoles crecer rápidamente en los negocios turbios de la ciudad. A pesar de su carácter hosco, se ganará el cariño de sus secuaces, especialmente de Denny (Omar Epps), un chico negro que encontrará en Yamamoto la figura un hermano mayor (‘Aniki’ en japonés, que es como se refieren los demás al personaje de Yamamoto). Pero la escalada fulgurante en el mundo del hampa de la banda no pasará desapercibida para los que controlan la ciudad, y pronto, Aniki y sus amigos, se verán perseguidos por la mafia en una cacería sin cuartel.


Con esta película, Kitano volvía, otra vez, al género yakuza que tantos éxitos le había dado. Y, aunque la película sigue conteniendo todas las características de su cine, si da la sensación de que contiene muchas concesiones al público americano, y muchas veces se queda en la superficie de la violencia, sin lograr el lirismo que había conseguido con otras cintas. Aún así, tenemos una composición visual tremendamente interesante: los planos siguen siendo cuadros en movimiento, con un uso modélico de los angulares, y la fotografía es espectacular, con dominio de los tonos azules. Quizá lo único que no está a la misma altura sea la historia, demasiado simple para lo que cabría esperar de Takeshi.

La música, en cambio, es toda una sorpresa. Hisaishi se da el gusto de experimentar como nunca y logra unas composiciones tremendamente complejas y originales. Con el uso de sintetizadores y teclados consigue mezclar, con gran acierto, cortes más clásicos con otros tremendamente modernos (el corte "Brother" casi parece bailable) que funcionan a la perfección. Es un auténtico salto de fe de Joe, y por ello, la considera una de sus composiciones predilectas. Cómo no entiendo de música, no diré más. Simplemente os dejo los cortes para que juzguéis por vosotros mismos.

         Drifter in Lax                                    Ballade and Brother                                    Raging Men

Dolls (Dolls, 2000)

No hay nada más duradero que el amor, pero no hay amor que dure para siempre. Cómo si se tratase de una premonición, esta romántica contradicción podría definir perfectamente lo que supuso “Dolls” para la relación entre Kitano y Hisaishi. Pero centrémonos primero en el filme.
La película vuelve a incidir en el lado más intimista del director. La trama nos relata tres historias marcadas por el amor y el destino. Son historias marcadamente románticas, pero, lejos de caer en la sensiblería, Kitano opta por darles un tono eminentemente trágico, en el sentido más Shakesperiano. En uno de los episodios, un fan decide quedarse ciego para no ver sufrir a su adorada cantante, la cual ha sufrido un accidente. En otro, un anciano descubre que la mujer que dejó años atrás, sigue aún esperándolo en un parque. Pero sobre ellas, gobierna la otra historia, el cuento principal, lo verdaderamente destacable de “Dolls”. En este fragmento, dos jóvenes caminan atados por una cuerda, vagando por todo Japón. Una cuerda que simboliza la unión, pero también la penitencia, pues el chico camina sin rumbo, arrastrando la culpabilidad de haberse prometido a otra mujer y que esto provocara que la chica intentara suicidarse. Ella ha quedado en un estado catatónico y él ha jurado que nunca volverá a dejarla sola. Y así caminan el uno junto al otro, como marionetas de Bunraku (teatro japonés), representando la gran tragedia que supone que su amor es a la vez principio y fin de sus vidas.
Quiero destacar que la fotografía que desprende este relato es sencillamente sublime. Los jóvenes ataviados con coloridos trajes tradicionales, irán caminando por diferentes territorios y cada una de las estaciones, variando del rosa de los cerezos primaverales al ocre del caer de las hojas del otoño.

Y en estas historias de amor, la que se rompió fue la de Takeshi y Joe. Desavenencias sobre la partitura de acuerdo a las palabras de Hisaishi, llevaron al fin de la colaboración profesional de estos dos genios (Kitano sólo dijo que era demasiado caro ya contar con Hisaishi). Quién sabe si por esto, la banda sonora de “Dolls” únicamente tiene cinco cortes, especialmente oníricos y pausados. Aunque no aparecen en el disco del que hablamos, os pongo un par de cortes para que os hagáis una idea del ritmo al que caminaban los amantes atados.



              Feel                                                                              Dolls


Por caminos separados

Tras su separación profesional, Joe Hisaishi siguió trabajando en múltiples películas y mantuvo la fructífera relación con Hayao Miyazaki, para el que compuso magníficas bandas sonoras para filmes como “El castillo ambulante” o “Ponyo en el acantilado”. También ha editado varios discos de conciertos e incluso ha trabajado para directores extranjeros.

Por su parte, Takeshi Kitano, siguió haciendo películas con suerte dispar. Su siguiente film, Zatoichi, fue su mayor éxito comercial, encandilando a crítica y público con una vuelta de tuerca al famoso mito del espadachín ciego. Más tarde se centraría en un cine autoparódico con filmes bastante extraños como “Takeshis’” o “Glory to the filmaker!”. Finalmente, y tras un intento de volver al cine intimista con “Aquilles y la tortuga”, regresó al cine de Yakuza con la saga “Outrage”, un ejercicio de autocomplacencia, en el que sólo queda la superficie del gran cineasta que fue.

Como conclusión, tan sólo señalar que, bajo mi punto de vista, estos dos genios consiguieron una extraña y especial simbiosis que incluso consiguió dotar a la violencia más extrema de una hipnótica belleza onírica.
 

Como en el sueño de un loco.

5 comentarios:

  1. Aunque debo ser de las únicas, nunca me gustó humor amarillo, sin embargo le di una oportunidad a Kitano en sus películas y tanto Hanabi como El verano de Kikuhiro me encantaron, tengo pendiente Dolls...me la apunto!!
    Muy buen artículo!!

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  2. Gracias por introducirme en el cine japonés de esta manera tan diferente y especial

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  3. Gracias a los dos. El cine japonés tiene muchos directores más allá de Kitano. Pero lo que sentí viendo Hana-bi, lo he sentido con pocas películas. Y Dolls no está mal (sobre todo estéticamente), aunque yo recomendaría antes Sonatine.

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  4. Hola, encontre por accidente ese diso en spotify hace unos días, y me gustó tanto que busque información sobre él. No conozco el cine del que hablas, pero me gustó mucho la manera en que lo describes y desarrollas que veré algún par de peliculas para dejarme llevar y a ver que tal. Mil Gracias. Saludos desde México.

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    1. Gracias JL. Ha sido toda una sorpresa encontrar un comentario en este artículo tan antiguo. Me alegra mucho que Hisaishi te haya conquistado. Espero que Kitano lo haga también. Un saludo desde España.

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