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viernes, 18 de noviembre de 2016

Relatos: DE INDIOS Y VAQUEROS

Hola de nuevo.

"Childhood memory" by Stewart Black (CC BY-SA)
He estado un tiempo bastante largo apartado del blog, y hoy finalmente traigo algo para acabar con la sequía de la página. Pido disculpas por la falta de continuidad, pero, como ya sabéis algunos, ando un poco a la gresca con las musas, y, simplemente las cosas no salen. Llegué a un punto en que no estaba cómodo escribiendo, y no podía quitarme la sensación de impostura cada vez que intentaba plasmar alguna historia. No tengo otra excusa que la de reconocer que no me estaba divirtiendo igual que antes.

Y, aunque creo que aún necesito un tiempo para retomar la normalidad en este campo, estos días me he puesto a repasar textos antiguos que, por una cosa u otra, no salieron a la luz. A lo mejor no tengo ahora la seguridad para emprender nuevos caminos, pero al menos puedo ir corrigiendo algunos relatos que estaban algo cojos.

El que os traigo hoy llevaba un par de años en el cajón y, aunque es algo oscuro para lo que suelo plasmar, decidí darle una puesta a punto y ponerlo por aquí.

Y poco más. Que espero que lo disfrutéis y de nuevo disculpas por estar desaparecido (también para leer vuestros blogs). Espero que este sea un punto de partida para empezar de nuevo.

Y a los que habéis vuelto a esta mi morada, gracias por la paciencia.

De indios y vaqueros

Muchas tardes de verano, cuando el sol empezaba a esconderse, los niños bajaban a toda prisa por la colina hasta el pueblo, en su particular persecución entre indios y vaqueros. Mientras llegaba la hora, sentados en el bar de la plaza entre charlas y cervezas, los padres aguardábamos su regreso, discutiendo cuál de los chicos habría hecho la mayor trastada esa semana y cuál volvería en peor estado al final de la velada. Y es que ya nos habíamos acostumbrado a recibirlos embarrados hasta las cejas, más de uno con un agujero nuevo en el pantalón. Pero no se podía esperar nada distinto de unos críos que apenas habían soplado diez velas. Recipientes de energía infinita, sus alegres chillidos solían escucharse por todo el bulevar mucho antes de que alcanzáramos a divisarlos. Unos instantes después llegarían en tropel, siempre con la lengua fuera y una enorme sonrisa, más amplia si eran del bando que había ganado la contienda.  

Pero, aquella última tarde de julio, no bajaron. Y nuestra vida cambió de golpe.

lunes, 11 de julio de 2016

Relato infantil: HAY UN DRAGÓN EN MI CAMA

"Yellow Dragon Head" by brendangates (CC BY-NC-ND)
Después del atracón que supuso PIGs, hoy os traigo algo mucho más ligero, un pequeño cuento infantil que presenté hará hace un par de años a un concurso de ...¡colchones!

En su momento no pensé en publicarlo, pues no deja de ser un relato muy menor, pero una compañera de trabajo me contó que a sus hijos les había encantado, así que, si al menos sirve para entretener un rato a los chavales estas vacaciones, bienvenido sea. Qué no todo pueden ser relatos de decenas de páginas, jeje.


Hay un dragón en mi cama

Cuando desperté me di cuenta de que me acababa de convertir en un enorme dragón. Tenía la piel dura como el acero, mis colmillos medían casi tres metros y, sobre todo, tenía mucha hambre.
 
De repente, oí a lo lejos una especie de grito que no pude identificar. Impulsado por los rugidos famélicos de mi tripa, corrí en dirección a aquel sonido arrasando con cientos de árboles a mi paso. Ya casi podía saborear el festín que pronto me iba a encontrar. Pero, lejos de descubrir a un suculento jabalí o un rollizo ternero, con lo que topé fue con una vieja torre, en cuya ventana más alta berreaba una hermosa princesa.
 
Intrigado, me acerqué a ver que le sucedía. Seguía teniendo hambre, pero no podía comerme a alguien que estuviese llorando. Que uno es un monstruo mitológico, pero tiene sus principios.
 
Al llegar a su altura, le pregunté por qué lloraba. Lo hice con cuidado, pues me imaginaba que una niña de su edad se horrorizaría ante la visión de un ser espeluznante como yo. Pero para mi sorpresa, la chiquilla, no sólo no se asustó, sino que puso los ojos como platos y, durante un instante, incluso pareció recobrar la alegría que había perdido.
 
Tratando de contener la excitación ante mi presencia (según me dijo le encantaban los ‘lagartos’), trató de explicarme el motivo de su galopante pesar. Resultó que el malvado príncipe azul la había encerrado en aquella torre, impidiendo así que saliese a jugar con sus amigos del bosque.
Aquella confesión me indignó de sobremanera. El maldito príncipe siempre estaba detrás de alguna desgracia. De hecho, estaba casi seguro de que tenía bastante que ver con que esta mañana me hubiese levantado convertido en esta especie de dinosaurio escupe-fuego. Pero esto no iba a quedar así. Aprovechando mi nuevo feroz aspecto podría darle la lección que tanto se merecía.
 
   — Tranquila princesa. Yo, el dragón terrorífico, juro por mis colmillos que remendaré los males cosechados por el diabólico príncipe.
 
Envalentonado, en una señal de juramento, levanté enérgicamente mi amenazadora pezuña y…
 
   — ¡Ay, papi! — Gritó la doncella — ¡Qué me has dado con la garra en el ojo!
 
Por lo visto, como dragón me había emocionado un poco y no había cuidado la distancia con la princesa. En un momento, nuestra fantasía caballeresca caía como un castillo de naipes. El bosque volvía a ser cama y la torre, una pila de almohadas.
 
   — Perdona, princesa… es que, ya sabes, me he emocionado con el cuento y…
 
La niña me echó una mirada matadora y, antes de que pudiese reaccionar, se tiró directa a mi yugular.
 
   — ¡¡Aquí está mi venganza!! —Gritaba la chiquilla entre risas — ¡Te voy a echar un hechizo de fuego!
 
   — ¡Pero yo soy un dragón, así que el fuego me encanta! ¡¡¡Ahí va mi contra-hechizo de cosquillas!!!
 
Así, entre risas y conjuros, acabamos tirados sobre el colchón, agotados de tanta odisea. Pero justo cuando creía que podría cerrar los ojos durante cinco minutos, la pequeña se incorporó de nuevo y empezó a tirarme del pijama.
 
   — ¡Papi, papi! ¿Y si ahora soy mejor una sirena y tú el ‘tigurón’?
 
Me miraba con los ojos llenos de excitación ante la idea de emprender nuestra nueva aventura. No pude hacer otra cosa que sonreírle y colocarme la mano a la espalda. El tiburón más fiero de los siete mares estaba listo para la persecución.
 
Lo cierto es que, desde que la pequeña Elisa entró en nuestras vidas, se han acabado las mañanas tranquilas, pero, qué demonios, nunca despertar había sido tan divertido.
 

lunes, 1 de febrero de 2016

Acordes: RIDERS ON THE STORM

Buenas de nuevo. Como podéis comprobar no ando muy inspirado últimamente, y las entradas brillan
"Another #Season" by Dee Ashley (CC BY-NC)
por su ausencia. En la medida de lo posible intentaré ir colgando alguna cosita antigua mientras trato de escribir algo nuevo. Aunque sea algo pequeñito como lo de hoy.

En este caso, os dejo con otro relato/poema basado en una canción. Como ya os comenté en la entrada de "Boys are back in town", se trata de un juego con mi amigo Ángel Zurdo que propuso la magnífica e inquietante pieza de ese grupazo que es "The Doors" para inventar con ella. Mientras que él se curró un relato lleno de riqueza (que luego incluso ha mejorado y le invito a que lo publique aquí), a mi me debió pillar el día vago, y me salió algo más simple de lo habitual. Pero no todo tiene que ser relatos de tres mil palabras. Os dejo a vosotros que me contéis si os ha gustado.

Por supuesto,  tratad de escucharlo con la canción:


RIDERS ON THE STORM
Escrito en Noviemre de 2014

El viento está electrificado esta tarde y las gotas de lluvia hacen cosquillas cuando saco el brazo por la ventanilla del coche. Con el manantial abriéndose camino por mis dedos, me viene a la cabeza la imagen de cuando éramos jóvenes y no nos importaba empaparnos en la calle. Tú tenías el rostro inundado de pequeñas perlas brillantes y yo te acariciaba el pelo con la delicadeza del que tiñe telares en un pueblecito al pie del gran Atlas. “Los paraguas son de perdedores”, pensábamos. Y que nos cayera un rayo si hacía falta. Morir felices era la mejor manera de largarse.

Lo jodido es que el tiempo te termina dando la razón.

“Into this house we’re born
Into this world we’re thrown”


Aquí dentro del coche  se está más seguro. Sabiendo que si Zeus enfurece, estaremos guarnecidos en una cáscara mecánica. Solos tú y yo, a escondidas de los rayos que queríamos que nos atravesaran. Mi orgullosa cumbre, que hace años fue mi entrepierna, es ahora una vergonzosa curva que nace en el esternón. Los hilos de tus cabellos se han teñido de apatía, todos iguales y jugando al mismo juego. Me gustaban más cuando se revolvían, niños traviesos, en un caos perfecto.

Tantas partes del cuerpo donde la frustración se quedó a vivir.

“Girl ya gotta love your man
Take him by the hand
Make him understand”


El aguacero ya no nos deja ver más allá. Convierte todo el aire en río, dejándonos aislados de ojos indiscretos. Condenados a tener que mirarnos y tratar de contestarnos. Pero, para que hablar… acabamos follando con la desesperación que nos da el fracaso. Siempre nos gustó así. Fuerte, guarro, como el último polvo que echar en la vida. Un salto sin red, una bifurcación en la carretera. Sin las lágrimas que se marcharon en el momento en que tus labios me supieron como siempre. Y, mientras la razón susurra “sigue caminando”, la pasión suplica “no por este camino”.

Cuando nos corremos, beso con anhelo, endulzas con un “te quiero”. Sabemos que son mierdas disfrazadas. A veces desearía que tus labios se sellasen y el silencio fuese nuestra única canción.

Demasiados años nadando en un bote naufragado, al son de éxitos ya olvidados.

“If you give this man a ride
Sweet memory will die
Killer on the road, yeah”


Las nubes se dispersan, aburridas de tanto llanto. El sol juzga inquisidor nuestros ojos culpables. Pero ya no nos miramos. Cada uno tiene la vista encerrada en un baúl de su memoria. Tu expresión, inescrutable, nunca me permitirá saber lo que piensas. Aunque ya me da igual. Tengo mi mente asentada en un tiempo lejano de feliz tormenta, observando tu delicioso trasero moverse de un lado a otro. Las hebras, rojo fuego, caen de tu frente, prometiendo noches de húmeda locura. Calada hasta arriba, ahogada en deseo juvenil, pareces lo más bonito que jamás he visto.

Y, entonces, te partió un rayo.

 “Riders on the storm”


viernes, 24 de julio de 2015

Relatos: BOYS DON'T CRY

Ya he contado muchas veces que mi gran influencia a la hora de escribir la componen la música y el
"Touchdown catch" by Clappstar (CC BY-NC-ND)
cine. Pues bien, esta historia aúna estas dos vertientes más que ningún otro relato. La idea me sobrevino viendo la (genial) serie "Friday Night Lights", una más que certera crónica de un grupo de chavales y sus vivencias, con el fútbol americano como telón de fondo. Y de escenario, un pueblo de Dallas, uno de esos en el que todo el mundo se conoce y todos tienen una opinión para cada mínima cosa. Y es que siempre me ha llamado poderosamente la atención el contraste que existe en esas regiones de Norteamérica. Jóvenes que, como todos, tienen ansias de libertad y ganas de romper con lo establecido, pero que están anclados en un lugar que los juzga a cada paso, tratando de convertirlos en clichés, persiguiendo que el tiempo sea inapreciable, que los hijos sean un clon de sus padres.
Con esa imagen en la cabeza, empecé la historia de Riley, y me puse a escuchar música para que las palabras fluyeran un poco (eso sí, el proceso fue leeento). Pero a diferencia de otros relatos, en esta historia, las canciones iban saltando de una a otra como en un reproductor en modo aleatorio, por lo que al final eran muchas melodías las que asociaba al relato, cada una a un momento en el periplo del protagonista.
Así, en esta historia plagada de música, el reproductor de Riley irá saltando entre las siguientes canciones:

“Boys don’t cry” de The Cure;
“You can’t always get what you want” de The Rolling Stones;
“Mr. Brightside” de The Killers; 
 “Jealous Guy” de Roxy Music; 
“Comfortably Numb” de Pink Floyd";
“We Never Change” de Coldplay;

Y son estas melodías las que van marcando el ritmo de su relato.
Espero que lo disfrutéis.


Boys don't cry

“El día que se apagaron las estrellas”. Así lo llamaron.

Y es que, aquella noche, ninguna de las figuras del instituto Wheatley consiguió concretar jugada alguna. Las esperanzas por renovar el título regional se consumieron en un instante, como si fueran la llama de una vela en medio de un huracán.

lunes, 6 de abril de 2015

Relatos: LA CASA DE PAPÁ

Escribir una novela. Quizás el fin último de los que empezamos a escribir, un sueño que a veces se antoja inalcanzable y un reto para seguir mejorando día a día.

En mi caso, soy muy vago para lanzarme a ello (viendo lo que actualizo ya no debería sorprenderos).
"Old house" de Cindy Cornett Seigle (CC BY-NC-SA)
Además, no quiero involucrarme con un proyecto de tal magnitud hasta no estar seguro de haber aprendido lo suficiente. Pero, a pesar de mis reticencias, ideas para novela se me han ocurrido decenas. Estaba una a lo "Philipp K.Dick" de un grupo anarquista en un futuro distópico; otra de personajes estrafalarios que se reunían en una cafetería perdida del mundo; incluso tenía una historia de perdedores muy del estilo "Leaving las Vegas"... y así muchas más. De todas ellas, la que más cerca me tuvo de lanzarme a la piscina fue la de un chico que viaja por las carreteras acompañando de su desvergonzada prima paralítica y el fantasma de su padre, que parece empeñado en hacerle la vida imposible. Finalmente, en un ejercicio para un curso, me dio por adaptar lo que sería el segundo capítulo de la novela a un relato corto. Lo que salió es esta "Casa de Papá".

Recientemente ha sido el relato del mes en la web tusrelatos.com, lo que me llena de aglegría, ya que es una de las historias que más he disfrutado escribiendo, especialmente con el personaje de la prima Vicky, que es sin duda mi favorito.

Espero que os guste y os sintáis reflejados en esta 'peculiar' familia.
 
La casa de papá
Escrito en noviembre de 2014 escuchando "Azurro" de Adriano Celentano

Allí dentro el calor era insoportable.  
Aún no eran las doce y el salón estaba a rebosar. El constante ronroneo de los radiadores se confundía con las voces de la veintena de presentes que habían venido a despedirse de mi padre. A lo largo de la sala se formaban diferentes corrillos de gente, muchos de ellos junto a la mesa al lado de la ventana, dónde se amontonaban platos de pastas y rosquillas perfectamente colocados. Recordaba muchas de las caras de los asistentes, si bien había visto un par de rostros que no lograba situar. Me imaginé que serían parientes lejanos, o peor, vecinos con ganas de cotillear. A esos seguro que papá los hubiera echado a patadas.

«Sólo espero que a él no se le ocurra presentarse aquí», pensé intranquilo.

En el antiguo tocadiscos sonaba una vieja selección de clásicos italianos que llevaba puesto toda la mañana. Desde el primer momento en que había entrado en la casa, supe que eso sería cosa de la Tía Agnes. Solo ella podía ser tan hortera de poner algo así para despedir a un muerto. Y es que no dejaba ser paradójico ver a la exuberante prima Felisa llorar a moco tendido, balanceando sus pechos a cada hipido, mientras el salón se llenaba con la alegre voz de Adriano Celentano. Un pequeño escalofrío me entró por la espalda al imaginar que la siguiente pista pudiera ser un bolero.

lunes, 9 de marzo de 2015

Relatos: UN FILETE PASADO

Hace un tiempo, en el post sobre “Firefly”, os hablé de las etiquetas, y como estas nos llevan, muchas veces, a los malditos prejuicios. Desde una supuesta altura moral, tendemos a ver los defectos del otro y a pensar en que nosotros seríamos más inteligentes o más dignos ante la misma realidad.
"Untitled" by espacios.vacios (CC BY-NC-ND)

En el caso de este relato, la historia nace de mis prejuicios sobre muchos adolescentes. Tantas veces he tendido a vilipendiar a esos jóvenes que parecen desperdiciar su vida con una inconsciente decisión, y tan pocas me he preguntado cuál es su verdadera realidad, en qué piensan, qué sienten.

Con esta narración traté de ponerme en la piel de una de esas chicas que, en un momento, elige un camino, uno de esos que no tienen borrón y cuenta nueva. No sé si lo conseguí, pero os aseguro que escribirlo me hizo sudar tinta china. Tres meses liado dándole vueltas a cada párrafo, buscando la manera de seguir avanzando. Y, al acabarlo, sentí un vacío enorme, pero, al mismo tiempo, supe que se acababa de convertir en mi relato más preciado. No sé si será el mejor que escrito, pero, por ahora, es al que tengo más cariño.

 Espero que lo disfrutéis.

Un filete pasado               Escrito en septiembre de 2014

 Mil gotas húmedas flotan en el aire…

Jennifer frota fuertemente el espejo con una toalla sucia. Los restos de pasta de dientes se hacen a un lado y la joven contempla su cuerpo desnudo entre el vapor. Desde hace años, cada vez que sale de la ducha, casi como si fuese un ritual, deja caer la toalla y se detiene unos instantes a contemplar su reflejo. Cuidadosamente se aparta con los dedos un mechón rubio de la cara y abre muy despacio sus párpados, maquillados de perenne violeta. Se gira despacio y recorre con la mirada su cintura, mientras imagina que, tras el cristal, un amante la devora con los ojos, deseando engancharse a sus caderas. Se muerde los labios y se le escapa una risita. Es el momento que más le gusta del día.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Colaboraciones: LAS VICISITUDES DE OBDULIO de Eugenia Soto Alejandre

Ayer fue día de bromas, inocentadas y titulares hiperbólicos en el periódico. Y era el día perfecto para colocar esta (gran) broma. Pero se me escapó el día, por lo que toca alargar un poco más la celebración de
los inocentes y empaparnos con este relato de Eugenia Soto, perteneciente también al 'proyecto' seis palabras, al igual que Juanetes y Carolina. En esta historia veremos como un momento de lujuria puede tener unas consecuencias bastante... embarazosas. Os animo a que leáis este divertido cuento y alarguéis el día de ayer, que nunca está de más echarse unas risas. Gracias, Eugenia, por el buen rato.

P.D.: La foto pertenece a la película American Beauty. Y es que es pensar en lujuria, y me viene automáticamente esta imagen a la cabeza. 

Seis Palabras (II) - "Las vicisitudes de Obdulio" de Eugenia Soto Alejandre

Hacía, al menos, veintitrés respiraciones que había desconectado.

Sí, la dependienta del “Rincón del creyente” se había empecinado en mostrarle el escapulario milagroso de la virgen de Coromoto que llevaba bajo la blusa y su mente dejó de procesar cualquier otra información que no fuese la aportada por su retina. Ahí, ante él, a escasos centímetros de su cara, estaban palpitando una pareja de enormes senos de los de verdad, blanditos y calientes, exhalando aroma a vainilla mientras se elevaban con cada inspiración. Ahí mismo, presos en un armazón de encaje. Tan cerca de sus labios que si no hubiese sido por su estado, casi catatónico, los hubiese mordido, babeado, sorbido… Diez minutos después salió de la tienda con 135 euros menos, una bolsita en la mano y una erección grado nueve sobre diez oculta bajo el gabán.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Relatos: PORTAL JURÁSICO (Especial relato navideño)

Comer hasta reventar, un rato frente a la chimenea, un par de roscos de vino y a la cama. A dormir con un ojo abierto por si pillabas a Papá Noel o a los reyes en el momento en que se colarán por la chimenea (¿Cómo no se queman?, pensabas entonces). Así han sido muchos de los 24 de diciembre durante mi
"Joseph Wu Origami T-rex" by Stewart Butterfield (CC BY)

infancia. Con la esperanza de ver al barbudo colocando los regalos y los nervios de si me traerían el tigre de he-man con el que sería el rey del recreo. Y luego llegaba la mañana, y la decepción de no haber cogido 'in fraganti' al susodicho, se disipaba en el momento en que descubrías los brillantes papeles de regalo rodeando el árbol. Los saltos por el salón y la excitación al destrozar el papel. El grito "¡Lo que había pedido!" y los churros con chocolate. Los montajes de scalectric y el resplandor del balón nuevo. Sensaciones que, por mucho que pasen los años, nunca desaparecen.

A pesar de que, por ésta y muchas otras razones, no puedo decir eso que queda tan bien de "odio la navidad", si puedo afirmar que me cuesta un mundo escribir algo relacionado con estas fiestas. Será que no me siento cómodo imaginando historias con ese punto dulce y positivo tan propio de la época. Por eso cuando ,de la redacción de la Ventana Digital de la Agencia Tributaria, nos pidieron escribir un relato navideño, noté como los sudores fríos empezaban a hacer acto de presencia.

Y en esas estaba, dándole vueltas a la idea, cuando un recuerdo de otros tiempos, cual fantasma Dickensiano, me asaltó la memoria. Y de ese (añorado, querido) recuerdo, salió esta historia. Seguro que mi hermana pone una sonrisa cuando lo lea.

Espero que disfrutéis el cuento, os riáis con él, y, por descontado, paséis una genial navidad. Y a los que no os gusta, ya sabéis, si no puedes luchar contra ello...

Por cierto, lo de dormir con el ojo abierto no funciona, no hay dios que los pille, ni al gordo colorado ni a los magos en camello. Este año voy a instalar una alarma para pillarlos. No puede ser que se acabe el año de las selfies y yo no tenga la mía con semejantes 'celebrities'.

Portal Jurásico           Escrito en diciembre de 2014 escuchando "Jurassic Park Theme" de John Williams

Se había levantado una mañana tranquila en la pequeña aldea de Belén. Las madrugadoras ovejas comenzaban a subir al monte de barro y los ríos de plata recorrían de norte a sur el silencioso paraje. «Todo tan aburrido como de costumbre», pensó el joven Dios.

Bajo la luz color tungsteno los aldeanos ponían a secar su ropa y las gallinas paseaban sus crestas erguidas por la artificial hierba. Los pescadores, incansables trabajadores, se sentaban a la orilla del brillante caudal. Aunque hacía años que los peces no daban señales de vida, aquellos hombres no habían perdido el buen ánimo, y, cada amanecer, salían a colocar sus cañas de plástico en busca de quién sabe qué. Lo único que parecía nadar en aquellas aguas eran un par de tortugas armadas como ninjas y vestidas con ridículos antifaces que tanto gustaban al bromista creador.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Colaboraciones: JUANETES de Fernando García Crespo

Siguiendo con Carolina contra el Hipster, vuelvo sobre mis pasos y os traigo el primero de los relatos que abrieron este proyecto de las seis palabras (o six evil words como a mi me gusta llamarlas). Si no os acordáis, estas eran 'congoja', 'escapulario', 'gratitud', 'onanismo', 'egoísmo' y 'rinoplastia'; y el reto consistía en introducirlas coherentemente dentro de un relato. Coherentemente o no, lo que está claro es que salieron cinco relatos bastante alocados. El de Fernando, creador de la iniciativa, fue esta locura con olor a pies. Espero que la disfrutéis como yo lo hice leyéndola.

Seis Palabras (I) - "Juanetes" de Fernando García Crespo

"Feet UP" by Stephanie Carter (CC BY-ND)
Tengo juanetes, hasta ahora los sufría en silencio, pero ya estoy un poco harto de que todo el mundo se crea que mi cara de pocos amigos es debida a un carácter soberbio. Mi mal gesto se debe exclusivamente a mis callos podales.  

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Relatos: CAROLINA vs. 'THE HIPSTER' (The six evil words)


"Moustache Girl" by Alba Garriga (CC BY-NC-ND)
¡Qué bien me lo paso escribiendo relatos alocados! Y es que, muchas veces en las que estoy muy atascado, consigo quitarme de encima mi propio espíritu crítico y me pongo a escribir casi lo primero que se me viene a la cabeza. Claro, luego quedan unas historias bastante surrealistas y cargadas con un humor un tanto 'marciano'. Pero, y lo que me río con ellas...

Esta historia es un cuento de amor, de amor hipster (si no sabes lo que es, es que no pasas suficiente tiempo pegado a Internet, pero aún así lo puedes mirar aquí). Y es que Carolina, con sólo ver a uno de esos modernos con camisa de cuadros y gafas de pasta, se vuelve loca. 

¿Y cómo nació la historia de Carolina?  Pues como una parte de un proyecto perpretado por un compañero de la Agencia Tributaria de Astorga, Fernando García Crespo (podéis ver su blog aquí) que es experto en ‘liarnos’ a otros compañeros en sus experimentos a varias manos. En este, cada uno de los cinco participantes propuso una palabra diferente que había que introducir en cada uno de los relatos, aunque finalmente y acorde con lo surreal de los relatos, acabaron siendo seis palabras. Estas ‘six evil words’ como me gusta llamarlas (alguna era jodida de meter en el texto), eran las siguientes: Egoísmo, Onanismo, Escapulario, Rinoplastia, Gratitud y Congoja; y los cinco compañeros elegidos para dar forma a los relatos, aparte de Fernando, fueron David Martín, Ángel Zurdo, Eugenia Soto y un servidor. Mientras Fernando se centró en sus juanetes, David cayó preso de una secta de ex narizotas que habrían hecho sentir orgulloso al mismísimo Brian de los Python. Eugenia, por su parte, trató de ocultar una erección traicionera con una alcantarilla, al tiempo que Ángel montaba todo un conflicto internacional a causa de la capacidad de unos dirigentes por bajarse los pantalones. Y me cuentan que hasta Groucho aplaudió desde su tumba. Cuando llegó mi turno (que, como siempre, llegué el último), me peleé con las seis palabras y de ese combate mortal surgió este estrambótico y surrealista cuento, con pequeño homenaje a mis leales compañeros incluidos. 
Podían haber salido mil historias diferentes, pero, al final, mi amor por los hipsters acabó imponiéndose. Y es que están tan guapos con sus barbas de metro y medio...

*Nota: Espero que ninguno de los otros cuatro autores se moleste por hablar aquí de sus obras. De hecho, hablaré con ellos para publicar el resto de estas 'Six evil words'. Seguro que os van a gustar. 
*Nota2: La foto hace referencia al movimiento 'movember' que no sé si es hipster, pero si no, se le parece bastante.

Carolina vs. 'The Hipster'  Escrito en noviembre de 2014 escuchando "Do you think i'm sexy" de Rod Stewart

Me llamo Carolina y me gustan los hipsters. Hala, ya lo he dicho. Es cruzarme con uno de esos modernitos, con sus gafas sin cristales y sus polaroids del año de la polka, que me pongo a cien. Esta es la historia de cómo acabé ligándome a uno y que podría haberse titulado perfectamente “ten cuidado con lo que deseas...”

lunes, 8 de diciembre de 2014

Relatos: LA DAMA DE SHANGHAI

Sigamos dándole vueltas al amor platónico. Pues perder la cabeza por por una persona, que además está totalmente fuera de tu alcance, es el clásico entre los clásicos, y da igual cuánto se escriba sobre ello que siempre nos resulta fascinante. Los afectados por este 'mal' se encuentran entonces ante la difícil tesitura de elegir seguir admirando esa imagen perfecta desde la distancia o tirarse a la piscina para hacer de esa musa algo real y tangible, pero también imperfecto y doloroso. 

En esta historia que hoy os traigo, Antoine Foulier, un anciano que aún se resiste a dejar de soñar, está decidido a conquistar a la señorita Sophie. Y, aunque su amigo Maurice no lo ve nada claro, para él, la chica es su auténtica "Dama de Shanghái".

Y claro, al igual que Rita Hayworth, es uno de esos amores platónicos por los que merece la pena arriesgarse.

* Este relato se lo quiero agradecer a Rafa, que me inculcó su pasión por el cine y los mitos de la época dorada de Hollywood, y Ángel, el cual me descubrió la canción que me acompañaría durante toda la escritura del relato.

La dama de Shanghái  Escrito en septiembre de 2014 escuchando "Shine on your crazy Diamond" de Pink Floyd.


Le gustaba su forma de tomar café. La manera en que inclinaba la taza ligeramente para beber a pequeños sorbos y como el carmín dejaba su huella en la porcelana. A los ojos de un distraído, habría podido parecer que lo hacía como cualquier otra chica, pero Antoine sabía que no era así.
Cada tarde, a la hora de salir al jardín, se dedicaba a observarla mientras ella charlaba con el resto de compañeras. A pesar de la distancia, a veces le parecía que podía notar el olor a jazmín de su pelo ondulado y escuchar su aflautada voz. En esos momentos, cerraba los ojos e imaginaba que, con sólo estirar el brazo, podría agarrarla de la cintura y hacerla bailar ante la envidiosa mirada de los otros internos.

Definitivamente, la señorita Julie era la más guapa de todas las enfermeras del Saint Patrice. Y a Antoine Foulier le había hecho perder la cabeza. “Es de las que ya no quedan” le contaba a su amigo Maurice.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Relatos: EL PASAJERO

La música como catalizador de ideas. Como resorte para que la imaginación fluya y conquiste el papel en blanco. Como auténtico inspirador en los días más grises.

Hay veces que es el relato el que te lleva a una música determinada, y ésta dota al escrito de nuevos matices. Y luego hay otras, como el que hoy os traigo, en las que la canción es la que hace nacer el cuento, enarbolando la historia e incluso convirtiéndose en un personaje más, llegando un punto en que ya no puedes separar el relato de la canción ni la canción del relato.

"Didn't need possessions anymore" by Seth Rader (CC-BY-NC-SA)
Esta historia nace a partir de la canción "The Passenger" de Iggy Pop (como siempre, para oírla, pinchad en el enlace a la derecha del título del relato). Después de haberla escuchado cientos de veces, un día la pusieron en la radio, y, sin darme cuenta me encontré imaginando a un tipo caminando al ritmo de la letra de la canción. Ese "pasajero" pronto se convertiría en Claudio Buenrostro, un personaje de Best-seller, obligado a vagar por paisajes desiertos a capricho de su creador. Y claro, como suele pasar, la trama se me fue complicando. De esa manera nació el otro lado de la historia, con Martina y Rafael Torres.

Os animo a que os embarquéis en este viaje de realidad y ficción, de ilusiones y decepciones. Como dijo Iggy, a ser el pasajero de esta historia. Y viajar, y viajar...

El pasajero             Escrito en febrero de 2012 escuchando "The Passenger" de Iggy Pop.


Llevaba en aquel lugar bastante tiempo, pero la situación aún le inquietaba. Parecía encontrarse bien de salud, no se notaba ningún dolor, ni parecía tener problemas para moverse. Intentó pensar en alguna operación compleja para cerciorarse que podía razonar con claridad. Resolver un logaritmo debería ser suficiente, por lo que se puso a elucubrar la cuenta en su cabeza. Pasado un rato llegó la conclusión de que sería incapaz de hacerlo y empezó a preocuparse. Pero, tras un angustioso momento, se acordó de que nunca había sido muy resuelto con los números, y entonces se quedó algo más tranquilo. Su necedad denotaba su estabilidad mental. Aún así no conseguía recordar cómo demonios había llegado allí. 

martes, 11 de noviembre de 2014

Relatos: DUKE ELLINGTON


"a pior banda do mundo-tá quase" by Shiko (CC BY-NC-SA)
Perseguir tus sueños. Es una frase que todos habremos oído alguna vez. Los que han tenido más suerte, quizá lo hayan hecho mientras se referían a ellos. De otros se habrán reído por el mismo motivo. Muchos habrán ido tras la estela de ese impulso incontrolable. Aún más habrán abandonado antes de intentarlo siquiera. Pero el deseo de 'algo más' lo habrán tenido (casi) todos. Y es que, el querer perseguir aquello que te llama como canto de sirena aunque no esté al final del camino recto, creo que es y ha sido siempre, innato a la condición humana.
Todo el mundo tiene sus sueños, aunque quizás aquellos de difícil alcance son los que más nos seducen en un eterno desafío platónico. Y en esas metas cuasi imposibles, muchos contamos con la suerte de que hay alguien que nos da un empujón para que el empinado camino sea más llevadero. En mi caso, tuve la inmensa fortuna de que mis padres me apoyaron cuando decidí estudiar el cine que tanto me apasionaba, el mismo que me tenía loco desde que mi tío me traía la revista "Fotogramas" y me pasaba horas leyendo sinopsis y observando planos. Y aunque ese camino no lo aproveché, de nuevo he tenido la suerte de encontrar, tras alguna que otra vuelta, un trabajo que me permite tener tiempo para desarrollar mi pasión por las historias.
Por tanto, se puede decir que aún sigo persiguiendo mis sueños, pero que el mérito de hacerlo tengo que compartirlo con bastantes manos que me han ido acompañando y guiando a lo largo de estos años. La historia que os traigo hoy es la de alguien que no tiene esa suerte, y que, aún así, está dispuesto a todo con tal de lograr su sueño. Y esos, que no tienen a nadie que les empuje por la montaña, esos son los que tienen verdadero mérito.

Embarcaos conmigo en la odisea de Sammy, el ayudante de carnicero, en esta segunda parte de las "Historias de Jazz". Si con "Coltrane" un viejo librero encontraba su inspiración a ritmo de Saxo, aquí un joven, al son de piano, convertirá la mesa de corte en un inesperado concierto.

Espero que os guste.

Duke Ellington       Escrito en Abril de 2014 escuchando "In a sentimental mood" por Duke Ellington & John Coltrane.
 
Las nubes sombrías vestían de luto todo el cielo de aquel 24 de febrero, el día que Sammy había decidido dejarlo todo y perseguir su sueño.

Esa mañana no parecía que fuese a dejar de llover. La incesante cortina de agua había vaciado la avenida principal del desfile continuo de la gente, transformando el bullicio habitual de las calles en una suerte de paisaje propio de un pueblo fantasma. A lo largo de las diferentes fachadas se podían apreciar los letreros de los comercios, que parecían ser los únicos que luchaban por acabar con la rutina cromática. Desde el pirulí blanquirrojo de la peluquería de Ana, al cartel amarillo chillón de Luis el zapatero. Sin olvidar el bermellón gastado del avión que presidía la entrada de la vieja librería ‘Barón Rojo’.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Relatos: UN PEZ COLORADO

"Sunshet Fishing" by Riccardo Cuppini  (CC BY-NC-ND)
Siempre me ha sobrecogido todo lo que rodea a la pesca. Puede que sea porque en mi barrio siempre ha existido dicha cultura, pero lo que está claro es que es ver una barca o una caña y se me vienen mil historias a la cabeza. Esta es una de ellas que empecé a idear una tarde de finales de verano cuando, a lo lejos, divisé la figura de un padre con su hijo que pescaban, apostados en las rocas. Allí parados parecían haberse convertido en estatuas de sal con la caida del atardecer. Pasé cerca de ellos y me parecieron ausentes el uno del otro. Al mirar al cubo que tenían a sus pies no vi un sólo pez. Quizá por eso, imaginé la historia de ese pez que les faltaba,  un pez colorado.


Un pez colorado                  Escrito en marzo de 2014 escuchando "Days like this" de Van Morrison

   Hoy no parece que piquen, ¿no? 

Miré a mi padre buscando una respuesta, preguntándome si estaría tan aburrido como yo. Él apartó un momento la vista del libro que estaba leyendo y negó con la cabeza, para, un instante después, volver a sumergirse en su lectura. Llevábamos allí más de tres horas, y a mí me parecía que habían sido tres días. Y ni rastro de un pez. 

lunes, 13 de octubre de 2014

Relatos: MONSIEUR LERNAUX

Hoy os traigo un nuevo relato. Esta vez viajaremos por el Loira en busca de un inquietante personaje...

Monsieur Lernaux                                                                Escrito en abril de 2014 escuchando "The rain" de Joe Hisaishi

CHARENTON - Bords de Marne - L'embarcadère 
Eran las once de la mañana
cuando André fue a encontrarse con el monstruo.

Desde hacía un tiempo los chicos de la pandilla contaban que, bajo el puente que unía el pueblo con el de Varades, se encontraba la más horrible de las criaturas. Algunos de ellos hablaban de un gigante sin rostro, mientras que otros incluso decían que no se trataba de un ser humano. No obstante, todos coincidían al considerar a André un verdadero héroe, pues era el único con el valor suficiente para ir al encuentro de semejante bestia.