martes, 24 de febrero de 2015

Relato - Homenaje: FULGOR

Dos semanas atrás se me fue alguien muy querido y no tuve ocasión de despedirme. Por eso sentía que tenía que hacer algo como forma de darle un adiós. No se me ocurrió nada mejor que hacerlo frente al papel.

La verdad es que me cuesta escribir cosas tan personales, pero creo que ella se merecía que le contase esta historia. No sabía ni siquiera como catalogarlo, porque no es estrictamente un relato, si no más bien un recuerdo.

Sin extenderme más, aquí dejo mi pequeño homenaje a la gran mujer que fue Alicia Ramos.
Abuela, te echaremos de menos.

Fulgor

Cuando me hablabas de tu padre, un brillo casi imperceptible se asomaba a tus ojos. Los mismos que normalmente vestían color madera, serenos y pacientes, tornaban en mirada de chiquilla inquieta, como si la primavera hubiese llegado de repente a sus pupilas. Aún hoy, ni siquiera sabría decirte si era algo real o producto de mi imaginación. Pero permíteme confesarte que esa pequeña chispa siempre me fascinaba sobremanera. Inmediatamente y de manera inevitable me veía contagiado de la euforia que emanaba de tus palabras, ansioso por escuchar tu relato y, en secreto, deseando que imaginaras un final diferente a la triste historia. Abuela y nieto, en un viejo sofá azul, dejando pasar las horas mientras la brisa marina entraba por la ventana. Tú, normalmente sosegada y recelosa de perder las formas, olvidándote de todo y dejándote arrastrar por la feliz ensoñación que te otorgaba el recordarle. Yo, quien siempre tuvo la impertinencia del que no sabe escuchar, aprendiendo la virtud del silencio, la tranquilidad de saber que nada de lo que yo pudiera decir en ese momento tenía la más mínima importancia. Así fueron muchas de nuestras últimas tardes.

viernes, 6 de febrero de 2015

Relatos: LA (CASI) SOLEDAD DEL (INTENTO DE) CORREDOR DE FONDO

En estos días de frío intenso (ya no sé si estoy en Madrid o en Helsinki), y un poco por llevar la contraria, he decidido poner un relato de los que pegan mucho. Uno de salir a correr, perfecto para estas fechas.
"Fear of the dark" by Stuart Anthony (CC BY-NC)

Quién no ha intentado alguna vez empezar a correr por el parque. Me cuentan incluso que hay algunos que lo hacen habitualmente. Yo no soy de esos valientes. Para mi, casi siempre es "mi primera vez" después de mucho tiempo sin tener el coraje de hacerlo. Y es que, hay algunos que no estamos hechos para el deporte. Cuando no fallan las piernas, fallan los pulmones, pero el caso es que, lo que para muchos es un paseíto, para mi se convierte en una auténtica batalla.

Esta es la historia de una de esas veces, en que un ligero trote acaba convirtiéndose en todo un viaje alucinógeno. Me visitarán mis ya queridos personajes y, ¿quién sabe?, quizá acabe enamorándome de la maravillosa voz de Jaqui (escuchadla, que merece la pena).

Sin más, os dejo con la historia. Ya, cuando dejemos de ser Siberia, a lo mejor me animo a una carrerita. Dicen que es como montar en bici, que no se olvida. Por si acaso voy a darme una terapia de oxígeno previa, que mucho no me fío.



La (casi) soledad del (intento de) corredor de fondo
Escuchando "Alone with a heart" de Jaqui Dankworth

«¡Hoy salgo a correr!»

Eso me he dicho. Que ya he engordado suficiente y la pereza ya me ha tumbado demasiadas veces. A pesar de que es una gran contrincante (campeona del mundo por KO directo al sofá en incontables ocasiones), hoy estoy decidido a salir victorioso. Aunque me gustaría no ser un superficial y luchar contra la dictadura de las tallas, cada noche tengo la recurrente pesadilla en que no me la veo, y eso puede más que cualquier idealismo.