martes, 30 de septiembre de 2014

Relatos: COLTRANE


Paolo Steffan, Portrait of John Coltrane - 2007Buenos días a todos. Os presento el primer relato del blog, al que tengo especial cariño, ya que me hizo descubrir a John Coltrane, un músico que me ha acompañado muchas tardes desde entonces. También es la primera parte de la serie "historias de jazz". Os animo a leerlo mientras escucháis la música que aparece a la derecha del título (si pincháis en el nombre de la canción, os abrirá un enlace al video de Youtube).
Por supuesto, todos los comentarios, tanto los buenos como los malos, son más que bienvenidos. Sin más preámbulos, os dejo con Klaus, un bibliotecario soñador y revoltoso con una curiosa afición.


Coltrane                                                             Escrito en Octubre de 2012 escuchando "My favourite things" por John Coltrane

Hacía viento y la lluvia repiqueteaba con fuerza contra los cristales de la vieja librería ‘Barón Rojo’. El reloj aún no había pasado de las doce del mediodía, pero el cielo, gris como una chimenea constipada de hollín, no parecía que fuera a dar tregua en todo el día.
El señor Klaus se había quedado mirando por la ventana un buen rato. El tic-tac de las gotas le ayudaba a olvidarse de todo. Era algo que le había gustado siempre. 

¿De qué va esto?


"Una hoja en blanco es un lienzo dónde pintar todas las vidas que no has vivido"
"Writer's Block I" de Drew Coffman (CC-BY)
 
Creo que ese sentimiento lo tenemos muchos de los que tratamos de escribir. Es como un anhelo casi infantil que nos hace soñar despiertos con que hay ‘algo más’ que levantarse a las siete, trabajar y mañana otra vez a empezar. Te parece que el mundo real se queda pequeño, y tienes que anotar en el ‘cuaderno de bitácora’, las mil y una aventuras que te recorren la cabeza. Es en esos momentos que crees sentir todo tipo de emociones: el olor del mar a bordo de tu galeón bucanero, la adrenalina al ser perseguido por la banda más peligrosa de la ciudad, el éxtasis al besar los labios de una amante prohibida. Contar historias, al menos para mí, no es fantasía, no es un ‘hobby’, es, en definitiva, una manera de (sobre) vivir.