"Groucho Marx" by Andre Vandal (CC BY-ND-NC) |
No os digo más. Disfrutad de el humor irreverente de esta historia, tal y como ya hizo "la parte contratante de la primera parte..."
P.D.: Este relato pertenece a la saga de las seis palabras (egoísmo, congoja, escapulario, rinoplastia, onanismo y gratitud) del que ya hemos colgado "Juanetes", "Las vicisitudes de Obdulio" y "Carolina Vs. the Hipster".
Por cierto, si no habéis visto la película de los Marx, no sé a qué estáis esperando.
Seis Palabras (III) - "Rufus" un documento desclasificado por Ángel Zurdo
RE: El Congreso médico.
Señor
Presidente del Gobierno de Libertonia, permítame que me atreva a dirigirme a
Vd. Lo hago para darle traslado directo de los hechos acontecidos durante la
clausura del XXV Congreso de Medicina Regenerativa y de los cuales, muy a pesar
mío fui testigo. Créame, aunque yo no fuera sino un obligado espectador de los
hechos que voy a narrar, me causa cierta congoja hacerle partícipe de lo que
ocurrió.
Tanta,
que para hacerlo, mientras escribo estas pocas líneas, lo hago con el pequeño
escapulario que conservo en recuerdo de mi madre asido con firmeza por mi
siniestra mano y el cilicio fuertemente abrazado a mi mortal carne.
La velada
empezó con la intervención del representante de Sylvania:
─En
primer lugar, quiero expresar mi gratitud a nuestra benefactora, la señora
Teasedale…”
─"Moc, moc"
─"Si Pinky, ya sé que tu también quieres mostrar tu agradecimiento a
Gloria, pero aparta tus manos de sus cinceladas
glorias. O por lo menos deja sitio para las mías. "
Pese a
semejante comienzo de discurso, nadie podría haber imaginado que aquel
venerable miembro, ni más ni menos que el comisionado de Sylvania para nuestra
prestigiosa asociación médica, fuera a clausurar aquel memorable acto de
aquella manera tan egoísta y extravagante. La verdad es que en principio me
extrañó que el orador no tomara la palabra puesto en pie, también era rara su
falta de escenificación, la falta de acompañamiento gestual de la disertación,
así como la extraña agitación que parecía remover la parte visible de su
cuerpo. No menos insólito era el ajetreo que parecía conmover a toda la mesa
presidencial. Sin embargo, nunca hubiera pensado que todo aquel respetable acto
fuera a culminar de aquella manera tan irrespetuosa e irreverente, con aquella
muestra tan clara de egoísmo. Y sin embargo, así pasó, tal y como lo cuento.
Después de una disertación un tanto errática y carente de sentido, el Sr.
Cicollini, dando por concluida la misma, dio paso a las notas del Sagrado Himno
Nacional de Libertonia para, junto con los primeros acordes, arrodillarse sobre
la mesa sacudiendo manualmente su órgano desnudo al tiempo que descargaba sobre
el tablero principal. Lo peor (siendo esto ya absolutamente execrable) es que
su acto fue secundado por toda la presidencia y tanto sus componentes como la
Sra. Teasedale terminaron entre estertores y medio desvaídos sobre la
superficie del ultrajado mobiliario, convirtiendo aquello en un depravado
espectáculo de onanismo exhibicionista.
Por si
todo ello no fuera suficiente, cuando intenté detener a los autores de la felonía,
no obtuve sino un bocinazo en plena nariz que me ha deparado una obligada
rinoplastia. Aún así, traté de encabezar la persecución, pero sus autores,
subidos a un sidecar de moto, lograron escapar.
Este
testimonio con el que, pleno de indignación y vergüenza ajena, hago públicos
estos repugnantes acontecimientos, no tiene otro sentido que pedir justicia y
que todo el peso de la ley recaiga sobre los autores de los mismos. De otra
manera, si permitimos que actos tan repudiables como los anteriormente
explicados, no reciban el máximo castigo, la Justicia en Libertonia (y vean que
lo escribo con mayúsculas) quedará por siempre en entredicho y será objeto de
mofa y bufa en todo el mundo civilizado.
Pido por
ello que Sylvania devuelva a los felones inmediatamente a nuestro territorio
para ser severamente castigados por la ofensa cometida sobre nuestra amada
Patria de Libertonia. Y si la vecina nación de Sylvania, decidiese convertirse
en refugio de personajes de tal calaña, no veo otro modo de restaurar nuestro
honor que no sea con la declaración de guerra.
¡POR
LIBERTONIA!
Rufus T.
Firefly
No hay comentarios:
Publicar un comentario