Deus ex machina
—Ni se te ocurra hacer
un final sorpresa.
De nuevo aquella voz molestando. Estaba claro
que no me iba a dejar terminar el cuento.
—Tú no
lo entiendes, un microrelato es demasiado corto para desarrollar personajes.
Tienes que dar un giro para que la gente se enganche. — le contesté soberbio.
El diminuto ser se echó a reír. Aquel tipo verde
no debía medir más de cinco centímetros, pero se hacía más pesado que un
elefante. Revoloteando alrededor, cual mosca cojonera, iba a conseguir que me estallara la cabeza.
—Tú sí
que no entiendes — replicó entre carcajadas — ¿Ves a alguno de los grandes
escribiendo esta basura efectista? ¿Te imaginas? ‘Cien años de finales sacados
de la manga’...
No supe que contestar, el maldito personajillo tenía su parte de razón. Hastiado de la porfía, me tomé otro trago de
whisky, a ver si así conseguía desbloquearme.
Pero entonces me golpeó, como un rayo, la idea
definitiva.
—¿Oye, y si al final todo es una ensoñación del protagonista?
—¿Oye, y si al final todo es una ensoñación del protagonista?
El duende bajó la vista y se llevó las manos a
la cabeza. Entonces, aprovechando que no me miraba, agarré el libro más pesado
que tenía en la estantería.
«Aquí tienes tu final sorpresa...»