El lamento de Jack
“Pero año tras año, nada va a cambiar,
y me canso un poco de hacer tanto mal.
Yo, Jack, el rey del mal,
estoy cansado de seguir igual.
Y es que muy dentro en mi interior,
hay un vacío aterrador.
Que sensación, en mi corazón,
surgió inesperada y veloz.”
(...)
“Ni tu me podrías comprender,
pues el rey de marfil, de esqueleto gris,
¡no quiere reinar!, si supieran la verdad,
dejaría el reinado para estar a su lado.
Hay soledad en mi corazón,
y necesito más calor;
la fama no me ayudara,
mis lágrimas vacías están.”
Un esqueleto camina apesadumbrado por una colina, y cual personaje Shakesperiano, canta a la luna su galopante depresión. Escondida tras las lápidas, adivinamos la furtiva mirada de su enamorada, una muñeca maltratada y con facilidad para la (auto) mutilación. Y finalmente, con las últimas estrofas, el pico de la cima, enrollada en un siniestro caracol, se despereza y estira, convirtiéndose en una especie de escalera que baja al famélico huesudo de vuelta a la infernal realidad, una rutina de popularidad, sustos y terror. Las luces del escenario se apagan y el mundo se vuelve negro. Ese es el color de ‘ciudad Halloween’: negro lodo, negro caverna, negro noche… Pero Jack se ha cansado de tanto monocromo y sólo necesita un poco de color en su vida.
Pero, un momento, ¿no estábamos hablando de una película musical de animación, que, para más inri, se basa en la siempre edulcorada navidad? Así es. Además, con la firma del bienintencionado estudio de Walt Disney, nada menos. Aún así, este fragmento casi recuerda más a algún pasaje del Séptimo sello de Bergman o, incluso, a las divagaciones del príncipe Hamlet (tiene un divertido homenaje a esto). Y es que cualquiera que se acerque a la película “Pesadilla Antes de Navidad” (Nightmare Before Christmas, 1993), puede encontrarse bastante más de lo que se adivina bajo su infantil apariencia.
Sally, honoris causa del taller de costura. |
Al final, todos los perros iban al cielo. |
"Que bonito es Ámsterdam" - Jack tras tomar demasiados caramelos |
Me he querido centrar en este fragmento de la película porque, a mi juicio, resulta el punto más interesante de la misma, dónde se define claramente el conflicto del personaje. Lo que me cautiva es que, a pesar de estar hablando de un carácter animado, su lamento resulta desgarrador. ¿Cómo alguien que está en la cima de su sociedad se siente tan desdichado? Es popular, un ídolo, todos le quieren… “Un talento incomparable sin igual (…) el mejor sé que soy sin quererlo”, canta sin modestia.
Pero para Jack no es suficiente. Él es, como muchos de los personajes creados por Tim Burton, un “outsider”, un friki, o, como el mismo dice en otro momento de esta canción, “…no soy más que un perdedor”.
Es el Rey del Mal, pero en su trono se siente sólo. ¿Hay amor en la admiración? ¿Son los demás amigos o súbditos? ¿Si no pudiera asustar, sería igualmente querido? La única que parece tener la respuesta a tales súplicas es Sally, la muñeca de tela, la cual ve algo en Jack más allá de la maestría en el arte del terror. Aún así, el esqueleto no tiene ojos para ella (ni para nadie en realidad, pues sólo tiene cuencas). Obsesionado con encontrar un sentido mayor a su vida se embarcará en una búsqueda dónde encontrará el color que tanto ansía, en forma de árboles de navidad, guirnaldas y caramelos.
¿Pero que ocurre cuando el rey de los sustos quiere hacer llegar su propia visión de la navidad a ciudad Halloween? Como decían en “Un, dos, tres”, hasta ahí podemos leer.
Únicamente apuntar, para la gente que aún es reticente, que la película supone una vuelta de tuerca a muchos de los típicos cuentos, con sus dosis de humor y ternura tan propios de Burton.
Oogie Boogie, como la montaña basura pero con bichos. |
De la animación y el diseño de personajes, poco que decir, excepto que son una maravilla. La prueba de su éxito es que, casi veinte años después, sigue produciendo una cantidad ingente de merchandising (camisetas, llaveros, mochilas…) e, incluso, el rostro de Jack es casi símbolo entre determinadas bandas urbanas. Cada gesto de los personajes demuestra una expresión magnífica, adquiriendo mayor virtud en el personaje del esqueleto, pues careciendo de ojos es capaz de transmitir lo que siente en cada momento.
Jack y santa se copian el modelito. |
¡Esto es Halloween!
Tim con sus "niños". |
Gracias por este regalo de halloween!
ResponderEliminar